Noriega, junto a Anthony Ervin
Javier Noriega, plusmarquista nacional de 50 metros libres, nos cuenta su vida en la caribeña isla Martinica, donde llegó hace año y medio. Allí trabaja de fisioterapeuta y se entrena a su ritmo, disfruta del surf y de las informalidades locales. “Poder ir al trabajo en chanclas y camiseta de tirantes es una gozada”, asegura. Noriega no descarta su regreso a la alta competición, pero ni se marca fechas ni se impone presión. Se deja llevar. El próximo mes de julio cumplirá 33 años. Su gran referente, Anthony Ervin, campeón olímpico en 2000 y doble campeón mundial en 2001, acabó quinto en la final de 50 libres de los Juegos de Londres tras una década alejado de la élite. ¿Seguirá sus pasos? Hemos respetado el texto de principio a fin. Allá va:
“La vida a veces te lleva. Yo estaba cansado de Campeonatos Nacionales. Estaba claro que 2011, el último año que competí, el objetivo era el Mundial, en Shangai. Ser campeón de España ya no colmaba mis deseos. No conseguí la mínima, en parte debido a un esguince que me mantuvo 20 días de enero en reposo, días cruciales para llegar en plena forma al Open. Nadé a 38 centésimas de la mínima, un mundo en aquel momento, pero algo totalmente factible a tres meses vista, sin impedimentos como el esguince. Como eso ya lo sabía por experiencias en años pasados (sé que compito mucho mejor en verano y en descubierta) me motivó más la idea de emprender una nueva aventura en la que compaginar entrenamientos y fisioterapia, mi profesión fuera del deporte. Una buena amiga me abrió el camino hacia las islas caribeñas, así que después de recabar información y tramitar la documentación emprendí el viaje. Me vine a Martinica con la ilusión de preparar Londres 2012, aunque fuese entrenando solo ( tiene sus cosas buenas y sus cosas malas), pero poco a poco me dí cuenta de que tenía que poner, una vez más, y ahora con más cosas en contra, mucha fuerza mental, sacrificio, entrenar realmente solo, sin facilidad de horarios, sin nivel y sin espacio en la piscina, y trabajando bastante de fisioterapeuta (sobre todo cuando llegué), y decidí disfrutar de lo que tenía ante mis narices, es decir, del paraíso, y fluir junto a el, en vez de luchar contra la situación.
Ahora mismo vivo que te cagas aquí, con mi hermana, que se ha venido a disfrutar de esto conmigo, trabajando con libertad de horarios y entrenando en el club que está a 20 minutos de mi casa, un club con chavales de nivel provincial de la Martinica, una especie de reencuentro con mis primeros años entrenando. Es un viaje de vuelta. La intensidad de los entrenamientos es menor, pero hay que tener en cuenta que ahora mi actividad principal es el trabajo. El caso es que entrenar en piscina descubierta con agua calentita y con chavales de entre 12 y 17 años es lo que quiero en este momento.
En septiembre de 2012 aún entrenaba solo, con objetivos grandes. Me propuse ir al Mundial de Barcelona. Estuve en el Sprint Classic, con ocho de los nadadores mas rápidos del mundo, entre ellos Anthony Ervin, Fred Bousquet o George Bovell. No sé qué hacía yo ahí, que llevaba mas de un año sin competir, pero por algún motivo formaba parte se ese espectáculo. Era consciente de la paliza que recibiría, pero no me importaba, solo quería motivarme. He de decir que ese viaje tuvo un efecto contrario, curioso ¿no?, porque poco después descubrí algo muy fuerte que exigió toda mi atención y que me orientó hacia otro destino. No estoy en disposición de hablar de eso aquí, lo contaré si en la práctica funciona, y si funciona podría emplearlo ¡para nadar!
Ahora mismo me dedico a trabajar, y cuando acabo, tengo dos grandes prioridades: si hay olas grandes me voy a surfear (vivo en la playa de surf de la isla). Uno de mis sueños es surfear una ola gigante. Si no, voy a entrenar, y me siento realmente bien con ambas. También hago pesca submarina los fines de semana si no hay olas. Cuando trabajas te das cuenta de lo bueno que es dedicarse al deporte.
Cuando fui consciente de que aquí no podría clasificarme para los Juegos de Londres tuve que tomar una decisión: irme con la ilusión e incertidumbre de los Juegos o quedarme con la certeza de que iba a solucionar mi vida, con la energía para hacer lo que yo quiera en el futuro sin depender de nadie. Así que, igual porque ya estaba aquí, o igual porque ya había vivido mucho de aquello, me quedé a disfrutar de esto y tomarme un descanso del alto rendimiento. Luego me emocioné con el caso de Anthony Ervin. Desde que le ví ganar en el Mundial de 2001 ha sido mi referente en el 50 libre, por su carácter, y principalmente por su técnica. Yo siempre que nadaba me imaginaba que era él, y le copiaba todos los movimientos que había digerido viendo videos suyos. Creo que es la mejor forma de aprender si no tienes los medios que él sí tenía. Referencias punteras a nivel de técnica. Me emocioné viéndole mejorar después de 11 años fuera del deporte, 11 años de inestabilidades. Me quitó mucha presión, dudas sobre el momento idóneo para regresar, el paso del tiempo… Me permitió relajarme. Si llega el momento de estar a tope otra vez que llegue. Creo que ese momento va a llegar. Aún no es definitivo, pero uno de mis planes es volver a España o proximidades con el objetivo de aportar lo que sé y de entrenarme para llegar al nivel que el destino me tenga preparado. Porque el deporte me parece el mejor estilo de vida.
Posdata: la palabra retirada no me gusta. Tiene connotaciones negativas. Implica irse perdiendo algo, y no creo que haya muchos casos en los que perdamos algo con el deporte. Si acaso el hecho de dejarlo de hacer. Así que no negativicemos lo que no tiene que ser negativizado porque el significado de las palabras es mas importante de lo que pensamos que es. El deporte siempre será parte de nosotros, hay que integrarlo no disociarlo. Salud”.